martes, 6 de diciembre de 2016

Anastasia, la chica que me maltrata, me lleva al orgasmo total

No mentiré a nadie... Al menos no escribiendo... Soy ese tipo de chico tímido al cual maltratan sistemáticamente, y el cual se cree, luego de que cada día se lo repitan, que no va a tener sexo nunca. Mi vida es muy penosa, pero aún hay una razón para seguir aquí, para asistir todos los días a clase.
Esa razón se llama Anastasia, la chica más Sexy que existe. En serio, está endemoniadamente buena.
Pero es obvio que nunca se fijará en mí, es la típica chica popular que no para de burlarse de los marginados como yo. De hecho, si hay alguien que me maltrata hasta el extremo, ese alguien es Anastasia.
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Pero bueno, a ella se lo perdono. ¿Qué queréis que os diga? Está muy buena, no puedo cabrearme con ella.
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Un día estaba volviendo a casa, después de un duro día de burlas y humillaciones. Sí, posiblemente ese había sido el peor día de mi vida. No habían parado un solo segundo.
Pero bueno, la vida hay que mirarla por el lado bueno, tenía la casa sola, y podría masturbarme a gusto con las fotos de Anastasia que tenía descargadas. Bendito Instagram y bendita moda de hacerse fotos con poca ropa.
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Estaba yo en plena faena manual, cuando alguien tocó al timbre repentinamente. "Que raro" pensé. "Papá está de viaje de negocios y Mamá está trabajando seguro, ¿Quién podrá ser?" Extrañado, fui a abrir la puerta, no sin antes haber escondido todas las pruebas de mis sucias prácticas onanistas.
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Imaginaos lo mayúscula que fue mi sorpresa al ver que, nada más al abrir la puerta, se metía dentro de mi casa rápidamente Anastasia, y acto seguido cerraba la puerta de un portazo. Esa sexy diosa se encontraba ahora totalmente blanca e hiperventilando.

-Joder... Siento la visita... Tan repentina... Pero...- Aunque intentaba focalizar sus palabras, era prácticamente incapaz de articular alguna. Parecía realmente agotada.

-Tranquila, estoy solo, así que no me importa demasiado... Esto...- Yo no cabía en mí de los nervios.
-¿Y que haces tú aquí a estas horas? ¿No es prácticamente de noche?- Añadí, ella me miró, un poco más recuperada.

-El cabrón de mi ex novio es un puto enfermo y ha insistido en que follemos. Obviamente, le he dicho que no soy su puta y que no quiero. Casi me viola, pero he logrado despistarle... Creo... En serio, lo siento, pero tu casa era la más cercana que conozco, y es a la que he huido- Tras esto último, mi corazón dio un vuelco al oír un portazo muy fuerte.

-¡EH, TÚ, ZORRA! ¡SÉ QUE ESTÁS AHÍ! ¡DA LA CARA O TIRARÉ LA PUERTA ABAJO!- Gritaba la voz del que parecía ser un energúmeno de muy alto calibre.

Pude ver el horror reflejado en la cara de Anastasia, mientras esta empezaba a sentarse en el suelo, cogiéndose la cabeza, en señal de que le consumía un terror inenarrable.
Sin pensarlo dos veces, le ofrecí mi mano y me armé de un valor impropio de mí. Ella, totalmente sorprendida, aceptó.
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La llevé por una salida que sabía, situada en la parte de atrás del edificio. La comisaría estaba a unas cuantas manzanas de allí, así que nos ería demasiado complicado llegar.
Pero entonces, se nos cruzaron unos 4 hombres con muy mala pinta que reían satisfechos.

-¿Creías que ibas a escapar de mí, puta de mierda?- Sonrío el que parecía ser el ex novio de Anastasia.

Cuando ese cerdo estaba a punto de tocar a mi diosa, algo dentro de mí explotó, y me interpuse.
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Anastasia quedó totalmente anonadada, mientras ese grupito de cabrones empezó a reír.

-Corre- Le dije. -No los entretendré mucho- Añadí. La chica, lejos de negarse, empezó a correr, y yo me dispuse a pelear contra esos cabrones.

Obviamente, me dieron una paliza para recordar.

Unos tres meses después, yo ya me había recuperado de casi todas las lesiones que me habían hecho, pero las cosas en el instituto solo habían empeorado... Aunque salvé a Anastasia, ella seguía maltratándome y tratándome como una mierda, y yo estaba al borde de la puta depresión.

Pero, entonces...

Otro día que pasaba solo en casa, como aquel en el que salvé a Anastasia de ser violada, y ni siquiera tuvo el detalle de ir a verme al hospital cuando estaba hecho polvo. Pero bueno, supongo que estar solo era algo a lo que tendría que acostumbrarme.
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El timbre me sacó de mis pensamientos, y como un alma en pena, fui a abrir la puerta. Aunque las vistas seguían siendo divinas, no pude evitar poner una mueca de rechazo.
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Era Anastasia.
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-¿Qué quieres?- Solté, tajante. Ella me miró con esos aire de superioridad que tanto odiaba, pero que la caracterizaban.

-¿Tienes un momento o no?- Me dijo, con un tono de lo más fastidiado.

-Depende- Aclaré, intentando mantener un poco la compostura.

-Deja que pase y te explique- Aclaró, mientras me empujaba para entrar a MI casa.

-Te lo vuelo a preguntar, ¿Qué quieres?- Dije, cansado de aquella chica que en realidad me volvía loco.

-Quiero...- Dijo, mientras, para mi total asombro se desabrochaba un poco los botones de la camisa blanca que llevaba, dándome una vista privilegiada de su espectacular escote. -Agradecerte por lo que hiciste aquel día...No te lo he agradecido antes, porque estaba esperando a que estuvieses bien, a que te recuperases de tus lesiones...- Aclaró, sonriente ante mi fascinada expresión facial.

-¿A qué te refieres?- Pregunté, como buen imbécil que soy.

-Joder... Es obvio que me deseas como a ninguna chica... ¿Crees que no me doy cuenta de como miras mis tetas y mi culo? De hecho, estoy segura de que te masturbas con fotos mías, ¿A qué sí?- Yo no sabía que decirle, había dado en el clavo en cada una de sus afirmaciones, dejándome casi sin aire. Solo supe asentir cual perrito.

-¿Qué te parece una paja cubana?- Me dijo, quitándose del todo la camisa, y dejando al aire sus pechos, únicamente cubiertos por un sujetador turquesa que me impedía cumplir mi sueño.

Me recosté en el sofá, mientras ella me dejaba ver sus pechos al aire, quitándose el dichoso sujetador. Yo no lo podía creer, mi polla iba a explotar.

-¿Qué te parecen?- Preguntó, totalmente pícara, pues ya sabía la respuesta.

-Joder, Anastasia, no sabes lo mucho que he soñado con este momento. Tus pechos son mi fantasía más recurrente- La chica, agarró bien sus pechos y metió entre ellos mi polla.

-Dios, que textura, eres perfecta- Gemía yo, provocando la sonrisa de ella.

-¿En serio te pongo tanto?- Sonrío. -La verdad es que tienes un pene bastante grande, estoy sorprendida, y tus bolas...- Afirmó, mientras las acariciaba por debajo de sus tetas, haciendo que descargas eléctricas recorriesen mis espina dorsal, provocando miles de gemidos sin fin. -Son bastante grandes, estoy segura de que aquí hay un montón de semen que quiere salir, pero tranquilo, no hay que tener prisa, mientras más dure este momento, mejor, ¿Verdad?- Yo asentí, extasiado.

Durante media hora más o menos, mi amor platónico máximo, estaba lamiendo mi glande, masturbando entre sus pechos mi pene y acariciando mis testículos. ¡Mi semen no podía aguantar más en mis bolas!

-Tengo miedo...- Le dije. Ella me miró extrañada.

-¿Miedo de qué?- Preguntó, con una sonrisa burlesca.

-Es que siento que me voy a correr como nunca. Tengo mucho miedo, creo que mi pene explotará al correrme- Dije, realmente asustado.

-¿En serio? Creía que era un mito, pero creo que vas a tener un orgasmo total- Dijo. Yo me quedé sin respiración. Había oído hablar de esos orgasmos. Es aquel que te deja en blanco por unos segundos y que hace que todo tu cuerpo, no solo tu pene, se corra como nunca.

-Dios mío... ¡AQUÍ VIENE, ANASTASIA! ¡ME CORROOOOOOOOOOOOO!-



En ese momento sentí que todo mi cuerpo se corría, y una fuente de placer abrumador recorrió mi mente, dejándome pisar el cielo por unos segundos. Nunca me volveré a correr de la misma manera, estoy seguro. Anastasia es una diosa, la única que me ha llevado al orgasmo total


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