lunes, 5 de diciembre de 2016

El infierno del placer

Desperté lentamente, intentando enfocar mis ojos correctamente.
Para cuando mis ojos lograron enfocar el techo, comprendí que aquel lugar no me era conocido... ¿Dónde demonios estaba?
Al borde del infarto, me senté rápidamente en la cama en la que había aparecido tumbado. Es verdad, un coche me había atropellado, y con ello había muerto. Espera... ¿ESTABA MUERTO? ¿¡QUE COJONES!?
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Entonces comprendí todo.
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Miré a mi alrededor y me vi perdido en un angosto camino entre las faldas de dos titánicos volcanes, el cielo no era totalmente negro. Más bien parecía de un color cobrizo oscuro muy extraño, y el ambiente era totalmente bochornoso, no bochornoso de que me diese vergüenza, sino bochornoso de que hacía muchísimo calor.
No hacía falta ser Einstein para entender que estaba en el infierno. No me sorprendió la idea, en vida hice cosas muy malas y era obvio que iba a ir al infierno, aunque realmente tampoco creí mucho nunca en esas cosas. Bueno, mejor estar en un sitio caliente, con música Metal, monstruos y chicas medio desnudas que en el cielo, así que no me importó mucho el hecho de estar ahí.
La cama en la que estaba sentado era de color rojo, y estaba ahí, en medio del camino.
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Me levanté y comencé a andar.
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Cuando dejé atrás esos dos grandes volcanes vi un enorme campo de maleza totalmente seca y grisácea que me doblaba en altura, y justo al lado de ese enorme bosque de hierba, un gran edificio con fachada roja y un cartel de Neón enorme que ponía "PARA DESCANSAR".

La verdad, no me apetecía adentrarme entre la hierba seca, así que fui hasta el edificio y me metí dentro. Cuando cerré la puerta, esta se hecho llave sola. Me tendría que sorprender, pero es el infierno de todos modos, es normal que pasen cosas raras.

Una chica de prominentes labios y, porque no decirlo, grandes pechos, estaba al otro lado de la barra. Así que me acerqué a ella para decirle que dónde estaba.


Obviamente, la chica que estaba delante de mí era sin dudas una demonio, pues tenía cuernos y alas negras, pero si algo me enseñaron es que no hay que ser racista, y que no hay que dejarse llevar por los estereotipos, así que me acerqué y le hablé como si fuese una humana normal y corriente. 

-Perdona, ¿Me puedes decir qué es este edificio?- Pregunté, intentando que mi mirada no de desviase hacia esos grandes pechos que casi le sobresalían del pequeño atuendo negro que portaba.

-Este edificio es un portal de los deseos. ¿Eres el nuevo viajero? ¿Que te parece tu nuevo hogar?- Preguntó, acompañada de una sonrisa pícara. 

-Hace calor... Mucho calor... Pero no está mal- Aclaré, ella me miró de arriba a abajo.

-Pues quítate la ropa, nadie va a decirte nada, ya sabes, este es el infierno, aquí cada uno puede hacer lo que quiera- Pensándolo bien, llegué a la conclusión de que tenía razón, ya estaba muerto, así que no tenía nada que perder. Sin pensarlo dos veces, me quité la ropa. 

-¿Y que se hace en un portal de deseos?- Le pregunté, interesado por la utilidad de dicha construcción. 

-Es un lugar donde los viajeros pueden copular con las demonios que quieran, un lugar de descanso genital. También hay para el público femenino- Afirmó. A mí se me iluminaron los ojos. 

-Así que si quiero follar contigo, podría hacerlo- Afirmé, sonriendo, mientras ella me devolvía la sonrisa. 

-Yo soy la tabernera, conmigo no puedes follar mediante el portal de los deseos. Pero si me quieres violar, puedes hacerlo, aunque te lo aviso...- Entonces la chica puso una cara absolutamente terrorífica. 

-Te mataré- Yo negué con la cabeza, nervioso, y proseguí con mi discurso. 

-¿Entonces dónde están las demonios que puede follarme?- Pregunté.

-Ahí dentro. Disfruta- Me dijo, señalando una puerta que llevaba a una sala enorme. 

Eso debía ser el cielo. En la sala había un montón de chicas demonios que eran auténticas bellezas. Miré a la primera que me llamó la atención y vino sonriente hacia mí. 

-Soy Elleonor. Experta en Paizuris. ¿Quiere probar mi técnica?- Me dijo, sonriente. 

Mi rabo, sin más dilación, se puso durísimo, y como no tenía ropa, Elleonor, al ver mi pene erecto, entendió que, efectivamente, quería probar su técnica. 


Mientras me masturbaba fielmente el pene con esas enormes urbes, me miraba lujuriosamente y me decía cosas muy sucias. Realmente, hasta el momento, era la mejor paja cubana que me estaban haciendo. 

-¿Te gustan mis tetas de demonio?- Preguntó, yo asentí ferozmente.

-Entonces quizás debería darte un regalito- Sonriendo, escupió un poco sobre mi pene, y rápidamente empecé a sentir estruendos de placer por todo mi cuerpo.

-¿QUE ES ESTO, ELLEONOR? ¡NUNCA ME HABÍA SENTIDO TAN BIEN!- Gritaba, descontrolado totalmente. Mis caderas ya iban solas.

-La saliva de una demonio es como un gran afrodisíaco para los humanos. ¡CÓRRETE COMO NUNCA!- Yo realmente sentía que iba a sacar mis putos huevos por mi pene. ¡QUÉ PLACER!

-¡ME CORROOOOOOO ELLEONOOOOOOOOOOOOOOOOOOOR!- Acto seguido, me corrí, dejando las tetas de esa demonio totalmente nevadas de lefa.


De repente, aunque me había corrido mucho, volvía a tener ganas de correrme otra vez, así que miré a otras chica y vino sin más.

-Yo me llamo Kgorer y soy la que te va a poner los ojos en blanco con los pies- Afirmó. 

Kgorer tenía una técnica de Footjob increíble, y además tenía una actitud dominante y una figura esbelta que hacían que fuese totalmente erótica. 

No aguanté nada entre sus pies. Fue una corrida espléndida que me dejó seco.


Pero, de nuevo me sentía bien, así que me follé a una tercera demonio. 

-Mi nombre es Nyx. Tengo el mejor coño del infierno, disfrútalo- Afirmó, muy segura de si misma.

Lo que no sabía era que el coño de Nyx tenía una sustancia llamada resina del placer que se metía por el pene y estimulaba todas las partes débiles de este, el glande, la uretra y la próstata.

Esa si que fue la mejor corrida de mi vida. 


Después de eso, vino Beyllix, que me hizo la mejor paja de mi vida, con estimulación de próstata y de uretra incluidas. 


Las orgías con demonios siguieron por toda al eternidad en el infierno. Sin duda, es mejor estar aquí que en el cielo.





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