viernes, 27 de enero de 2017

Chantajeo a mi alumna estrella y me hace una Paizuri

Sabía todo sobre ella. La había estado observando desde hace tiempo. Lo sé, es muy raro, ella es mi alumna y yo su profesor... Pero no puedo evitarlo... Simplemente me vuelven loco cada una las curvas de su cuerpo.
Su nombre es Helena. Tiene 18 años y es mi alumna en las clases de física y química.
No es por nada, pero es simplemente perfecta, además de ser extremadamente hermosa, es simpática, educada y una estudiante exquisita. En serio, es la mejor de su promoción con mucha diferencia, y podría entrar a cualquier universidad si se lo propusiese.
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Tenía que conseguir probar las carnes de mi alumna estrella de alguna forma, pero era simplemente imposible, tenía una relación amorosa con Rock, otro de mis alumnos, y además la diferencia de edad entre nosotros era enorme (Tengo 38 años). Por no decir que, en el remoto caso de que le atrajese lo más mínimo, no se arriesgaría a buscarse problemas acostándose con un profesor.
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Pero, entonces, se me presentó, como por arte del destino, una forma de que cayese rendida a mis pies. Rock se iba a desplazar a otra ciudad cuando ingresara a la universidad, y obviamente, Helena quería ir con él. Pero para eso, tendría que sacar una media de Bachillerato de 9,5. En el examen final de Física y Química, en vez de la nota que tenga, le pondré algo menos. De esa forma, no podrá ingresar a la universidad que quiere, y de mí dependerá que pueda seguir cerca de su amado o no. Es obvio lo que le pediré a cambio de las décimas que le harán falta para aprobar: Que me haga una Paizuri con las tetas con las que tanto he soñado, y por las cuales estoy empalmado durante las clases que imparto en segundo de Bachillerato.
Un plan perfecto.
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Estaba yo revisando algunos materiales del laboratorio, cuando pico a la puerta alguien.
Sonreí, pues sabía que se trataba de Helena, que venía a reclamar las décimas injustas que le había restado en el examen final.
Abrí.

-¿Si?- Pregunté, mirando a Helena directamente. Tenía cara de que estaba muy asustada.

-Buenos días, solo venía a reclamar unos cuantos ejercicios que creo que están correctamente realizados pero que me has contado como si solo hubiese hecho bien la mitad- Contestó ella, retirándose sus mechones pelirrojos de su angelical rostro.

-Pasa- Le dije.

Una vez dentro, ella empezó a reclamar cosas que, obviamente estaban bien, pero por suerte, aunque era una alumna aventajada, no llegaba a mi nivel de física y química.

-Por ejemplo, no puede decir que todo el ejercicio está mal por una sola palabra...- Afirmó ella, con aparente indignación, señalando el apartado B del cuarto ejercicio del examen.

-Ya. La cosa es que esa palabra que has puesto mal no es cualquier palabra. Es la palabra en la que se basa tu explicación sobre las consecuencias de la relatividad y del principio de incertidumbre de Heisenberg- Contesté yo. Ella asintió levemente, en señal de que estaba de acuerdo conmigo, aunque en verdad no lo estaba.

-De acuerdo, nunca he hecho esto, pero creo que me arrastraré un poco- Aclaró ella, suspirando. -Escuche, mi novio se va a ir a vivir a otra ciudad, y la condición para que vaya con él es entrar en la facultad de medicina de dicha ciudad. Si usted me pone tan baja nota en estos dos exámenes, por muy bien que haga la PAU, no podré llegar a la nota de corte de dicha universidad, y yo y mi novio nos separaremos. Yo apelo a su humanidad para hacer la vista gorda en esas preguntas en las que he fallado levemente- Añadió, juntando sus manos, y simulando un rezo.

-¿De verdad necesitas tanto esta nota?- Le pregunte, francamente sorprendido por la facilidad con la que Helena había caído entre mis redes.

-Si, profesor, la necesito. ¿Qué quiere que haga? ¿Un trabajo extra? ¿Una presentación oral?- Me preguntó.

Mi momento había llegado.

-Verás, te seré franco, estoy obsesionado contigo- Le dije. Ella puso cara de no saber de que le hablaba.

-Me refiero a que me excitas mucho sexualmente. Estoy loco por ti. Sé que tienes novio y que soy mucho más mayor que tú, pero si fueses un poco... Como decirlo... Cariñosa conmigo, cada uno podría seguir su vida en paz, yo dando clases con un bonito recuerdo, y tú siendo feliz con tu novio en otra ciudad, estudiando medicina- Afirmé, dejándola sin palabras.

-Espere... ¿Me está diciendo que me aprobará si tengo sexo con usted? ¿Esto es en serio?- Dijo ella, mostrando un rostro de comprensible enfado.

-No, que va, tampoco quiero que tengamos sexo como tal, solo que me hagas una Paizuri- Afirmé yo, provocando que se riera de forma irónica.

-Usted es un cerdo pervertido al cual voy a hacer que echen- Afirmó, haciendo el amago de irse.

-Está bien, pero a parte de que nadie creerá lo que digas, si me echan, el escándalo será tan grande, que nadie revisará tu examen y no podrás estar con tu novio. El tiempo pasa...- Aclaré yo, consiguiendo que cerrase la puerta, cerrara el pestillo del laboratorio y se quitara la chaqueta.    

-De acuerdo- Afirmó, con el rostro oculto entre la sombra proyectada por su hermoso flequillo pelirrojo. -Pero que conste que lo hago por mi novio- Añadió.

-Mientras lo hagas, dedícasela a quien quieras-

Mi pene empezó a reaccionar al ver como aquella diosa de solo 18 años se desnudaba y se quedaba nada más que en sujetador y bragas.
Luego de deleitarme con esa hermosa vista, Helena dejó libres sus enormes pechos, que rebotaban de forma sumamente sensual.
Yo, rápidamente saqué mi pene, y empecé a disfrutar de la textura de las tetas de mis sueños.

-¿Tanto te gustan mis pechos?- Preguntó ella, sonrojándose totalmente. Ese gesto hizo que mi erección se duplicara. -La verdad es que tu pene es muy grande... Más que el de Rock...-

Oír eso me hizo excitarme mucho, y ya empezaba a sentir como el semen iba dirección al agujero de mi uretra.

-¡HELENA! ¡Eres mi sueño erótico! ¡Me voy a correr en las tetas de mi alumna estrella!- Gritaba yo, fuera de mí, y moviendo mis caderas cual mono en celo.

Eso le hizo mucha gracia, y empezó a sonreír lascivamente.

-En ese caso, disfrute de las tetas de su alumna, profesor. ¿Que tal la textura de mis berzas? ¿Se siente bien derretirse entre los suaves malvaviscos de tu amor platónico en un aula en la que usted mismo da clases?- Preguntó, haciendo que no aguantara más.

-SIIIIIII, HELENA ¡ME CORROOOOOOOOOOO!- Grité, dejándome llevar por el torrente de placer que me inundaba.



Su Paizuri, al igual que sus notas, fue de 10.

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