sábado, 21 de enero de 2017

La camarera de la discoteca es masajista erótica

No sé como acabé allí. La verdad, aunque nunca haya estado en una, sé que no soy mucho de fiestas. No me gusta el alcohol, no me gusta la música que se pone dentro de la discoteca, no me gusta que me peten los oídos por el volumen de los altavoces, no me gusta bailar. En general, las fiestas son justo lo contrario a mí.
Pero, en fin, ¿Cómo negarme a una noche de desfase con mis amigos el día de mi cumpleaños? Supongo que quería al menos saber que se siente el ambiente. Probar no hace daño a nadie...
Debo reconocer que, de forma sorprendente, no me desagradó para nada aquella noche, de hecho, fue totalmente inolvidable.
Mientras intentaba bailar y miraba la marea de culos rebotando que había allí, deslicé la mirada hacia la barra por primera vez en toda la noche. Digamos que bailar y cantar al máximo te hacen tener una sed bastante molesta.
Más, lo que vi al otro lado de la barra me hizo temblar de pura emoción. La chica que había al otro lado era una diosa entre las diosas. Pelo rubio, figura esbelta, culazo de escándalo y unos pechos que parecían hechos por el mejor de los escultores. No me lo podía creer, estaba seguro de que esa era la chica más sexy que había visto nunca.
Sin pensarlo más, les dije a mis amigos que iba a por algo de beber a la barra, y me dirigí hacia aquella mujer.

-Hola, guapo, ¿Qué te pongo?- Me gritó ella. Aunque no podía oírla muy bien por el exagerado volumen de la música, pude distinguir por sus labios el contenido de su pregunta. Qué labios tenía...

-Ponme un Ron-Cola, monada- Respondí yo, provocando una pequeña sonrisa en su boca.

Era estúpido siquiera intentar algo con esa diosa, ella tenía que tener por lo menos 22 o 23 años, y yo solo 18 recién cumplidos. Además, mi experiencia con mujeres era nula, así que dudosamente conseguiría conquistar a ese pivón.

-¿Podrías decirme tu nombre?- Le grité. No me oyó por el volumen, así que se acercó más a mí, poniendo su oreja cerca de mi boca. Su fragancia me inundó por completo, y tras unos segundos de aturdimiento, le repetí lo que le había dicho.

-Me llamo Laura- Afirmó, entre pequeñas risillas que le daban un aspecto adorablemente sexy. -¿Y tú?- Prosiguió.

-Yo me llamo Alex, estoy aquí con unos amigos, celebrando mi cumpleaños-

-¿Estás intentando "ligar" conmigo, Alex?- Las comillas que hizo con sus manos, mostrando que mi intento por conquistarla era inútil, me dolieron en sobremanera.

-Digamos que sí. ¿Cómo lo ves?-

-Pues lo veo que podría ser tu hermana mayor. Eres mono, pero entiende que tengo 22 años, y tú cómo mucho tendrás 18. Prueba con alguna de tu edad. Y si puede ser que no sea camarera, mejor- Sonrío, dejando claro que no quería nada conmigo.

-No me gustaría tenerte como hermana. La tentación sería demasiado grande, y el incesto no está muy bien visto- Mi comentario le hizo gracia, pues empezó a reír descontroladamente.

-Verás, no le digo esto al primero que se me acerca, no me tomes por una puta solo porque vaya con esta ropa y sirva cubatas en una discoteca. Pero me has caído bien, así que toma esta tarjeta-

Tras darme la tarjeta color blanco, empecé a leer lo que contenía.

"Masajes relajantes a partir de 100 euros. 24 horas"  Salía una foto de una chica semi-desnuda y la dirección del local en cuestión.

-¿Qué es esto?-

-Digamos que con el sueldo de camarera no me da para vivir, así que a parte hago masajes-

-¿Masajes?-

-Si, todo tipo de masajes, ves cuando quieras a la dirección de esa tarjeta, y te haré uno. Si pagas, claro está, pero supongo que papá y mamá te darán el regalo de cumpleaños, así que tendrás dinero-

Me quedé un poco cabizbajo. Por un momento pensé que se trataba de algo más... Bueno... Interesante.

-Venga, Alex, no te pongas así...- Aclaró esa rubia que me ponía demasiado. -Te haré un masaje, algo más... Íntimo- Añadió, acercándose a mi oreja.

Al oír eso casi me da un vuelco el corazón. ¿Más íntimo? ¿Cuanto de íntimo?

Al día siguiente...

Ya estaba con todo el dinero que tenía, dispuesto a entrar en el local que ponía la tarjeta.
Justo al cruzar la puerta, allí estaba ella, hablando con la recepcionista, sonriente.

-Ah... Hola, Alex... Te estaba esperando, acompáñame...- Me dijo Laura, llevándome a una sala con una camilla.

-Desnúdate, y túmbate boca abajo. Cuando estés, toca la campana y vendré a empezar el masaje- Dijo, antes de marcharse de la sala.

Yo obedecí.

El masaje empezó lentamente. Laura presionaba en círculos mis omóplatos, y bajaba hasta el final de la columna, haciendo parones para relajar algunas contracturas que, según ella, tenía.

-Vale. Ponte boca arriba-

Al oír eso, me quedé sin respiración. La erección que tenía era brutal (aunque no era de extrañar, pues esa bata que llevaba marcaba muy bien todas sus perfectas curvas).

A la mierda, simplemente lo hice. Me di la vuelta, y ella sonrío lascivamente mirando directamente hacia mi pene, el cual estaba totalmente erecto.

-De acuerdo. Ahora te haré degustar el Pack de masajes eróticos-

-¿Cómo?- Pregunté yo, con las pulsaciones a mil por hora.

-Sí. El Pack de masajes eróticos es así: Primero, te masturbo con la mano, cuando estés al borde del orgasmo, paro. Seguidamente, me desnudo. Me tumbo contigo en la camilla y te masturbo mientras me besas y dejo que toques mis tetas. Después te hago un masaje de próstata, y por último dejaré que te corras entre mis tetas, con el especial de la casa, la Paizuri- Lo que Laura había dicho me dejó sin respiración.

-¿En serio?-

-Sí, disfruta de la mejor experiencia de tu vida. Este es, digámoslo así, mi regalo de cumpleaños-

Mis caderas se volvieron locas cuando sentí las suaves manos de esa diosa en mi pene. No podía parar de mirarla a la cara, hiperventilando. Ella solo sonreía, bajando y subiendo sus manos alrededor de mi miembro, que no había estado nunca tan duro.

-Laura... Laura... Que técnica tienes...- Dije, provocando su sonrisa.

-Pues esto es solo el principio...-

-Es que eres una total diosa...-

-¿Sí? Vale, pues cierra tus ojos y imagina que puedes coger mi culo como quieras, vamos házlo-

Obedecí, y entonces sentí que el semen estaba ya por salir.

-¡AQUÍ VIENE, LAURA! ¡LA MEJOR CORRIDA DE TODA MI VIDA! ¡LAURA, ME VOY A CORRER COMO UN PUTO CABALLO!- Gritaba, sin poder controlar mis lujuriosas palabras.

Pero justo cuando iba a correrme, paró en seco, dejándome totalmente anonadado. Estar al borde del orgasmo es sorprendentemente placentero, en serio.

-Mira, Alex. Aquí tienes el cuerpo de tu diosa...- Dijo ella, mientras dejaba caer su bata. No me lo podía creer... En todo este tiempo no había llevado nada debajo de la bata...

-Joder... Que berzas tienes... Me estoy poniendo muy cachondo-

Ella, entre risas, avanzó hasta la camilla y se tumbó a mi lado.

-Pues ponte más cachondo- Me susurró. Acto seguido empezó a besarme. ¡Que buen beso!

Y entonces, empezó a masturbar de nuevo mi pene, que ya estaba listo para volver a la carga.

No pude más, y me aferré a sus tetazas cual Koala, estrujándolas y admirando su enorme tamaño.

-¡ME CORRO! ¡ESTA VEZ SI, LAURA!- Grité, como poseído por algún demonio.

-Sabes que aún no dejaré que te derritas...- Me susurró ella, y volviéndome a besar, paro de masturbarme, dejándome otra vez al borde de correrme.

-Oh... Que buena eres, Laura... Que diosa...- Yo estaba que no me podía creer la suerte que estaba teniendo.

-Ponte a cuatro patas. Vas a conocer el placer de la estimulación anal-

Yo, confiando en su destreza para el sexo, obedecí.

-Mira, te explico, hay un órgano en tu recto que se llama próstata. Cuando te corres tocando levemente ese órgano, consigues tener un orgasmo hasta cien veces más potente. Soy una experta en esto. Te aseguro que vas a ver las estrellas del placer-

Entonces noté, como su mano de deslizaba dentro de mi ano, e iba a buscar el susodicho órgano, cuando lo encontró un espasmo recorrió todo mi cuerpo.

-¡TE JURO QUE AHORA SI ME CORRO!- Le di, después de que estuviese un buen rato masturbándome y estimulando mi próstata.

Esta vez parecía que si que iba a llegar, estaba a un paso del cielo, pero entonces.

-¡Ahí está!- Gritó Laura. -¡Mi obra maestra! ¡Parar un segundo antes de que te corras! ¡Que suerte has tenido! ¡Eres el primero con el que me sale esto!-

Yo no podía creer el placer que estaba sintiendo. Sentía que de un momento a otro me daría un infarto.

-Vale, Alex- Me dijo, acariciando mi pecho y mis pezones, los cuales estaban muy sensibles.

-Ahora toca que te corras entre mis tetas. Yo me tumbo y t pones tu pene entre mis tetas-

Hice lo que dijo, y empecé a simular que sus tetas eran una vagina. Lentamente sentía el semen a punto de salir.

-¡QUE BERZAS! ¡LAURA, ESTAS SON LAS MEJORES TETAS DEL MUNDO! ¡AHORA SI ME CORRO!- Y entonces llené la sonriente cara de Laura con mi semen, mientras ponía los ojos en blanco y convulsionaba. Sin dudas, ese fue el mejor orgasmo de toda mi vida. La berzas de Laura son las mejores tetas del mundo.



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